Personajes Singulares de la Historia XXXI: Michelangelo Buonarroti, el genio renacentista de las manos divinas.

Retrato de Miguel Ángel, por Daniele de Volterra, 1544.
Michelangelo Buonarroti nace en Caprese, en la toscana italiana, el 6 de marzo de 1475 en el seno de una familia de la nobleza acomodada, los Buonarroti. Sus padres, Ludovico y Francesca, tuvieron cinco hijos varones, él era el segundo, y con seis años ve como muere su madre. A su padre Ludovico le costó ver el descomunal genio de su hijo, y le obligó a estudiar gramática con Francesco da Urbino, aunque Miguel Ángel quería dedicarse al arte, su padre estuvo a punto de privar al mundo de uno de sus más grandes hombres. Michelangelo le dijo que quería estudiar y ser artista, pero su padre pensaba que no era un trabajo digno para uno de los Buonarroti, que siempre habían ocupado cargos públicos en Florencia. Y dedicarse al arte, en esos momentos, no era uno de los oficios más reconocidos. Pero el niño Michelangelo manifestaba su genialidad y vocación desde muy pequeño, sobre todo para la escultura. Y su padre, finalmente se rindió a la evidencia y lo envió a estudiar al taller de los celebres pintores en la época Domenico y Davide Ghirlandaio. En abril de 1488, con trece años, por consejo de Francesco Granacci, otro joven artista coetáneo, entró a tomar para de ese taller de los Ghirlandaio. Que formalizaron con su padre un contrato por tres años, pero sólo permaneció en el taller un año. Su genio superaba con creces a sus maestros, aunque es verdad que aprendió, y de que manera, los secretos del dibujo con los Ghirlandaio. 

El sueño de la Vida, genial dibujo de Miguel Ángel que muestra su hercúleo y original estilo.
En 1489 empieza a frecuentar, de la mano de Bertolo di Giovanni, un discípulo del gran Donatello, la escuela creada por los Médici en el Jardín de San Marcos, donde conoció la escultura clásica y se va a revelar como un escultor inhumano. Ese conocimiento de las obras legadas por Grecia y Roma va a ser un factor determinante en su formación y obra. Con sus primeras obras ya se distingue entre sus contemporáneos y llama poderosamente la atención de Lorenzo de Médici, que sabe intuir el genio miguelangelesco, y desde ese momento se convierte en su mecenas. Acoge a Michelangelo en su Palacio de la Via Longa, donde conoce a otros humanistas florentinos como Angelono Poliziaco o Giovanni Pico della Mirandola, ambos platónicos empedernidos. De esta manera, conoce a Platón, uno de los pilares más relevantes de la vida y obra de Michelangelo, su neoplatonismo es palpable en su producción plástica y poética. Y va a generar envidias y animadversión, por su genio innato, entre sus compañeros renacentistas. Según Vasari, el gran historiador del arte, un día al salir del jardín de los Medicis, el fogoso y airado escultor Pietro Torrigiano le rompió al nariz, quedando siempre, como puede verse en sus retratos, con la nariz muy chata. 

La Conversión de San Pablo, fresco que ejecuta para la Capilla Paolina de Palacio Apostólico de Roma.
En 1492, tras morir Lorenzo “el magnifico” de Médici, Michelangelo decide irse de Florencia e inicia su verdadera explosión artística, pasando por Venecia, y se instala en Bolonia, donde factura algunas obras, como un Ángel para Santo Domingo de Guzmán, muy influenciado en esos momentos por el escultor Jacopo Della Quercia, al conoce en Bolonia. Llegamos a 1496, año en el que decide partir hacia Roma, la ciudad que verá al gran genio de manos divinas en todo su esplendor. Con 21 años, en Roma, Miguel Ángel fue se va a convertir en el más grande de los artistas del Renacimiento, y digo artista, ya que él cultivó y trabajó de forma sublime todas las esferas del arte, desde la poesía, pasando por la arquitectura, sobre todo, la pintura y la escultura. Una de sus primeras maravillas fue El Baco del Palacio de Bargello, aún para Florencia, donde ya vemos su hercúleo estilo anatómico. 

La Piedad del Vaticano.
Con 23 años, ya va a facturar una de sus obras maestras la célebre Piedad del Vaticano o Pietà para la Basílica de San Pedro. Un sobrenatural y divino grupo escultórico, con una Virgen joven envuelta en abundantes pliegues soportando con serenidad y dulzura a Cristo, composición piramidal y equilibrada, que desprende esperanza. Michelangelo se sentía especialmente orgulloso de esta obra, y de forma inédita es la única que recibe su firma. Tras eso, vuelve a trabajar, en Florencia, e inaugura su faceta como pintor, aunque él era básicamente escultor, su genio llego a la pintura. Hace el diseño en cartón del fresco de La batalla de Cascina para el Palazo Vecchio de Florencia, pero no llega pintarlo, su modelo previo fue destruido, se conoce por una copia de Bastiano da Sangalo

El David, en la Galeria de la Academia, Florencia.
En 1502, en Florencia, regresó a su escultura con otra de sus maravillas El David, una obra cuasi sobrenatural encargada por la Opera del Duomo de la catedral de Santa María del Fiore de Florencia. Imponente y colosal figura de mármol blanco de 5,17 metros con una postura helénica, no obstante, en las manos dobladas y en el gesto terrible, la terribilità o gesto dramático, nos comunica la tensión espiritual. Es un exhaustivo estudio de la anatomía, captando toda la tensión dinámica de un cuerpo vigoroso, en el momento de máxima tensión. No hay ni un solo miembro estático, una tensión y análisis reflejado en las venas de las manos, retratando uno de los modelos ideales de cuerpo humano. Reduce la anatomía a un sistema armónico de formas rompiendo con la iconografía tradicional del David. Según U. Boccioni en Miguel Ángel el cuerpo es casi arquitectura” con un moldeado tan delicado como perfecto. Además creó un símbolo de la libertad e ideales cívicos del Renacimiento y paradigma de la belleza humana. 

El Rapto de Gamínides, dibujo para su amigo fraternal Tommaso Cavalieri.
Un ideal de belleza que le lleva a utilizar el blanco y compacto mármol de Carrara, al estimar que es el elemento más adecuado para acercarse a ese ideal, sobre el que trabaja directamente con furiosos golpes. Sus esculturas son únicas irradian su energía y su gran fuerza creadora en figuras siempre grandiosas, verdaderos titanes, que son el arquetipo de hombre occidental. Su excepcional tratamiento de la anatomía es un pretexto para lograr el ideal de Belleza tan anhelado y logrado, en este caso. Su genio y capacidad multidisciplinar le llevan, por esas fechas, de nuevo a la pintura, al decorar, por encargo de Piero Soderini la Sala Grande del Consejo del Florencia con un episodio de la guerra de Pisa, curiosamente, era un tema en el que también estaba trabajando Leonardo Da Vinci. De nuevo, Miguel Angel solo diseña el cartón, que se queda sin ejecutar, pero ese diseño va a influir a cientos de artistas posteriores. Ya muestra sus anatomías colosales y cuerpos tensionados, y su tendencia al dramatismo que en la Sixtina llegan a su cenit.

Tumba de Julio II, con el terrible Moises en el centro flaqueado por los Esclavos.
En 1505 la fama de Michelangelo no tenía parangón entre sus contemporáneos, de modo que, el Papa Julio II le encargó la realización de su tumba. Y diseñó un monumento funerario, combinación de arquitectura y escultura, con mas de 40 figuras. En inicio, el genio estaba muy interesado en esta obra, su entusiasmo le lleva a Carrara, donde estuvo casi 8 meses seleccionando los mármoles, para tan magno proyecto. Al regresar a Roma, el Papa Julio II había aparcado el tema de su tumba, por la reforma de la Basílica de San Pedro de Bramante. Michelangelo llega a abandonar Roma, y ante la amenaza de la excomunión, regresa y reduce el proyecto a la realización del Moisés. Figura tremenda en su terrible gesto, que parece condenar a la humanidad a una inexorable tragedia, composición cerrada con especial atención a la anatomía de brazos y piernas, y los Esclavos con sus deliciosas contorsiones anatómicas, el propio Miguel Ángel denominará a ese encargo la "Tragedia del Sepulcro”, por la frustración que le generó. 

Bóveda Sixtina.
Julio II encargó otros proyectos a Miguel Ángel, para mantener ocupado su genio, y regresó a la pintura en mayo de 1508 aceptando dirigir y decorar la ornamentación de la bóveda de la Capilla Sixtina. La Roma de Julio II era en esos momentos el taller más resplandeciente del Renacimiento, Bramante trabajaba en la Basílica, Rafael pintaba los frescos de las estancias papales, y nuestro Michelangelo acepta el desafío de la Sixtina, que le va absorber durante cuatro años y medio. Bramante, gran arquitecto, aunque de esas personas egocéntricas y mezquinas que abundan en el mundo, creía que Miguel Ángel no será capaz de pintar al fresco la Capilla Sixtina. Imagino que morirá la ver la grandeza cimera miguelangelesca en la bóveda Sixtina. Según Vasari en su Vidas de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos, señala que fue Bramante el que insinuó al papa el nombre de Michelangelo para decorar la bóveda, con la idea de que su incapacidad pictórica lo dejará en evidencia y acabará con su carrera, Bramante era un necio. En palabras del propio Michelangelo “todas las discordias que surgieron entre el papa Julio y yo se debieron a la envidia de Bramante…”, entre otros colegas. 

Bóveda con las 9 escenas del Génesis a la manera miguelangelesca. 
Concibe la bóveda como una grandiosa estructura arquitectónica pintada siguiendo la forma de la bóveda, en la que hará una personal interpretación neoplatónica del Génesis. Dividió la bóveda en nueve compartimentos, narrando una escena bíblica en cada uno. Diferentes escenas que van de pared a pared, distribuidas entre una decoración arquitectónica de pilastras y entablamentos fingida. Sus anatomías y dinamismo llegan a su plenitud, colosal en los músculos tensos y sus dimensiones. Las figuras son colosos que se mueven con formidable impulso, carecen de suficiente espacio y la atmósfera adquiere una sensación de angustia, es un mundo dramático opuesto al equilibrio y optimismo del primer Renacimiento. Nueve sublimes escenas de la Creación: de la Luz, de las plantas, del mundo, de Eva, del pecado Original, el sacrificio de Noe y la célebre embriaguez de Noé. Destacan el Diluvio Universal, tan alegórico como maravilloso, y la Creación de Adán, para mi, la alegoría más sugerente y poética del origen creador del ser humano. El gesto dador de vida de Dios se proyecta a través del contacto eléctrico de los dedos. 

La Creación de Adán.
En 1514 muere Bramante, y Miguel Ángel se convierte en el artista de los dos papas que suceden a Julio II, León X y Clemente VII. Regresando a trabajar a Florencia, donde por encargo de León X inició el diseño de la fachada de la Basílica de San Lorenzo, algo que abandona finalmente, construyendo sólo la Sacristía Nueva de San Lorenzo. Luego, en 1524, el genio miguelangelesco se traslada a la arquitectura como su Biblioteca Laurenciana, también en Florencia. Destaca su magnifica escalera, en la que en un exiguo espacio logró dar la impresión de gigantesca majestad con la alternancia de superficies curvas y planas, maestro en el manejo de las masas, los espacio y la luz. Y trabajó para la familia Medicis en la creación de sepulcros familiares, como las tumbas de los duques Lorenzo y Giuliano de Médici. Un magnifico ejemplo de integración de arquitectura y escultura, concibiendo tumbas adosadas a sus esculturas en nichos enmarcados por dobles pilastras corintias, y sarcófagos decorados con alegorías del tiempo y la vida humana. 

Florencia, según el grabado del Liber Chronicarum a finales del siglo XV.
Es curioso, que tras el saco de Roma en 1527, por las tropas alemanas y españolas de Carlos I, y la expulsión de los Médicis de Florencia. Michelangelo va a formar parte, de forma honorífica, del gobierno de la nueva República Florentina. Fue nombrado "gobernador y procurador general de la fabricación y fortificación de las murallas", y participó en la defensa de la ciudad asediada por las tropas papales. Una Nueva República que cae en 1530, el papa Clemente VII le perdona y le lleva, de nuevo, a Roma, librándole del escarnio de los seguidores de la familia Médicis. 

Maravillosa vista de la Sixtina y el Juicio Final.
De vuelta en Roma, en 1536 Miguel Ángel ejecutó, en el plafón del fondo de la capilla Sixtina, El Juicio Final, por encargo de Clemente VII y, luego, del papa Paulo III, quien le nombra pintor, escultor y arquitecto del Vaticano. En el Juicio Universal exhibe su admiración hacia la anatomía, con sus amplías musculaturas, que le llevará a desnudar al propio Cristo. Las figuras se retuercen sobre sí mismas, en acentuados escorzos, que anticipan el Manierismo y el Barroco, creándose una increíble sensación de movimiento unificado. Y la expresividad de los rostros, que recogen en sus gestos el destino que les toca tras el último Juicio, trasmiten toda la fuerza de la “terribilità”, típicamente, miguelangelesca, al mostrar la intensidad de un momento de manera excepcional, produciendo en el espectador cierto "temor religioso" alejado de la delicadeza de Rafael. En todos sus proyectos derrocha su energía y genio, que en la Sixtina llegan a su cenit, él pretendió y logró crear una decoración tan asombrosa que deslumbrará a quienes la contemplaran, un descomunal e ingente trabajo en forma de una universo colmado de perfección, belleza y terribilità. Con estas palabras se resume su colosal trabajo, “me muevo sin poder ver”, así definió Michelangelo sus sensaciones ante la compleja postura al pintar la Sixtina. La obra despierta de inmediato, tanta admiración como escándalo por sus desnudos. Hay que decir que, tras el Concilio de Trento en 1565 se decide cubrir púdicamente los desnudos del Juicio Universal. Una aberración de la que se encarga Daniele de la Volterra, conocido desde entonces de forma irónica como Il Braguettone

La Cúpula de San Pedro.
Así llegamos a 1546, el papa Paulo II encarga la continuación de las obras de la Basílica de San Pedro, tras morir Bramante y, su sucesor, Rafael, que siguió los trazos del anterior. Pero Miguel Ángel, como no podía ser de otra forma, modifica el proyecto. Lo mejoró visualmente eliminando las torrecillas laterales, lo que le permitía levantar una cúpula sobre tambor en el eje central. Miguel Ángel vuelve a demostrar su genio cerrando el ciclo iniciado en el Panteón de Agripa, Santa Sofía, o S. María de las Flores, creando definitivamente el paradigma de cúpula occidental. Sublima la formula de Brunelleschi de doble casquete, pero con dimensiones mayores, por lo que decide colocar unos poderosos contrafuertes continuados por los nervios, que recorren el extradós de la cúpula, para terminar en los pares de columnillas de la linterna. 

Vista interior de la solemne cúpula de Miguel Ángel.
Dibujó magistralmente la estructura de la cúpula, que es solemne, definitiva, inamovible, todo un símbolo. Además, antepone al templo una sola entrada con un pórtico adintelado y con doble filas de columnas exentas, que fue terminado por Giacomo De La Porta siguiendo planos y maquetas del genio miguelangesco en 1591. Como vemos en sus últimos veinte años se dedica a la arquitectura, donde se aprecia su sentido de los volúmenes antes que los espacios interiores, como en su genial ordenación de la plaza del Capitolio, o su terminación del magnifico Palacio Farnesio, remató su la parte superior de un proyecto iniciado por Antonio Sangalo el Joven.

Proyecto de Miguel Ángel para San Pedro del Vaticano .
Proyecto de Bramante. 
En el final de su vida se manifiesta su hastío por los hombres, y decepción desencantada por la humanidad y el mundo, cambia su estilo la de energía y fortaleza al misticismo extremado. Es relevante, y por eso lo mencionó, la aparición del amor platónico y amistad hacia Vittoria Colonna, su misticismo se ve aseverado por la muerte de Vittoria en 1547. Se desata su espiritualidad y le lleva a verdaderos arrebatos dramáticos religiosos, asistiendo a un proceso de mayor intensidad religiosa, manifestando un ineludible deseo de penitencia. Esa desesperación, también ante la vejez, le llevan a un mundo de formas alargadas, inestables y dramáticas, como la Piedad Rondanini. Obra inconclusa donde muestra una terrible soledad dramática de madre e hijo, indisolublemente unidos, frente a la esperanza de su anterior Piedad, refleja una consumida desesperación síntesis de la vida y la tragedia, anticipa, claramente, el Manierismo posterior. Él es el comienzo de otra sensibilidad de actitudes delirantes, que rompe el equilibrio clásico, como vehículo de la nueva expresividad del Manierismo. Aunque, una vez más, demuestra su capacidad de extraer vida de la piedra, con Michelangelo la belleza y el movimiento expresivo alcanzan su más alta expresión, un equilibrio que ya se rompe en favor del movimiento. 

La inacabada Piedad Rondanini.
Michelangelo muere a los 88 años de edad en el año 1564 en Roma, el genio fallece junto a sus dos amigos de confianza, su secretario Daniele de Volterra, y, sobre todo, su amigo fraternal Tommaso de Cavalieri, una especie de Hefestión de Alejandro, que como siempre esa relación de amistad al modo clásico destapa las especulaciones de los amantes de teorizar sin fundamento. Es irrelevante cual era la orientación sexual de Miguel Ángel, la realidad es que muerte sin descendencia directa y en su epitafio había dejado escrito que quería ser enterrado en Florencia. Un testamento que redacta en presencia de su medico, Federico Donato, con estas últimas palabras se despide: mi “alma en manos de Dios, mi cuerpo a la tierra y mis bienes a los familiares más próximos”. Leonardo, su sobrino, cumplió la última voluntad del genio, siendo enterrado en la sacristía de la Iglesia de la Santa Croce en Florencia el 10 de marzo de 1564. Una sepultura monumental que, luego diseñó el gran Giorgio Vasari en 1570.

La soberbia escalera de la Biblioteca Laurentiana. 
Para definir Miguel Ángel me quedo sin palabras, solo añadir que su personalidad llena de idealismo y rebeldía es la de uno de los genios artísticos cimeros de la Humanida. Además, recientes investigaciones de Davide Lazzeri y reumatólogos de la Universidad de Florencia han demostrado que Miguel Ángel padecía una enfermedad que afectaba a sus articulaciones, en concreto, artrosis. Llegan a esa conclusión analizando varios autorretratos del genio al fijarse en su manos, además de confirmar que era zurdo, se demuestra que tuvo artrosis en sus manos al menos 29 años de su vida. Su genialidad, que era cuasi inhumana, se torna en divina al saber que realizó el Jucio Final, La Conversión de San Pablo, la Piedad Rondanini y otras obras cimeras de la historia con las manos afectadas. Es curioso, que cada golpe al mármol con el cincel y cada pincelada agravaba y mitigaba su dolencia. Según Lazzeri “este tipo de artrosis hace que la articulación se vuelva cada vez más rígida hasta que el paciente ya no puede mover las articulaciones de forma correcta. Sin embargo, el ejercicio y la terapia física, así como el uso diario de las manos son beneficiosos para mitigar el dolor y mejorar la funcionalidad de la mano. Esta es la razón por la que seguir trabajando pudo ayudar a Miguel Ángel contra la rigidez y la inmovilidad de sus manos”. 

Sepulcro de Miguel Ángel, que diseñó Vasari.
Sencillamente, Miguel Ángel era el genio renacentista de las manos divinas, tengo que decir que como pintor, mi favorito es Rafael, como genio multidisciplinar y científico me quedo con Leonardo, pero como verdadero genio del arte quedamos, totalmente, rendidos a los pies Miguel Ángel y su prolífica obra llena de genialidades en todas las disciplinas del arte. Estamos ante el genio indiscutible de Occidente marcado por un espíritu inconformista innato, no son de su gusto: ni Leonardo, ni Rafael, ni Bramante, ni Donatello, ni siquiera su propia obra. Un radical perfeccionismo, que le lleva a triunfar en todas artes, dejando para la Humanidad alguno de los iconos más universales del hombre. Con su divina genialidad logró, lo que buscó toda su vida con ardiente misticismo platónico, plasmar el ideal de la Belleza ansiado por el Renacimiento. 

Bibliografía: 
Charles de Tolnay. Miguel Ángel: Personalidad histórica y artística de Miguel Ángel. Barcelona. Tedie, 1978. 
Rosa Mª Letts. El Renacimiento. Gustavo Gili, 1996. 
González Prieto y A. Tello. Grandes Maestros de la Pintura: Miguel Ángel. Barcelona, Sol 90, 2008. 

Fotografías: 
Wikipedia y Wikimedia. 


Enlaces para saber más: 

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